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Breve guía para el uso de los anglicismos

Breve guía para el uso de los anglicismos

Como los profesionales del lenguaje que somos, en Lingua Franca, nos preocupamos por asegurar la precisión y la claridad en el habla y la escritura. En ocasiones, el uso de los anglicismos puede comprometer la legibilidad de un texto, así como el sentido que queremos transmitir en una conversación. En otros casos, son necesarios para comunicar una idea determinada. Entonces, ¿qué hacemos frente a este panorama? Ciertamente, no se pueden censurar por completo: Los extranjerismos no son un elemento empobrecedor de la lengua española, como lo ven muchos, sino algo natural en el desarrollo de cualquier código lingüístico. Entonces, a modo de recomendación, en este breve artículo, nos proponemos darles a nuestros lectores algunas claves importantes para saber cuándo es adecuado el uso de este tipo de palabras, y cuándo es mejor buscar alternativas para ellas.

¿Qué son los anglicismos?

En el Diccionario de la lengua española, se define un anglicismo como un «[v]ocablo o giro de la lengua inglesa empleado en otra» [1]. Con base en la definición anterior, se puede distinguir entre dos tipos de anglicismos: los anglicismos léxicos, que son aquellos relacionados con los vocablos, y los anglicismos sintácticos, que son aquellos relacionados con los «giros lingüísticos» [2].

Además, con base en esta misma acepción, un anglicismo puede aparecer en muchas lenguas, pero, para nuestros propósitos específicos, examinaremos esta clase de palabras únicamente en relación con la lengua española. Así que, en el presente artículo responderemos a los siguientes interrogantes: en español, ¿qué características presentan los anglicismos? ¿Cómo se manifiestan en el habla y la escritura?

Sin ánimo de incurrir en una categorización demasiado amplia, a grandes rasgos, proponemos distinguir las formas de uso de los anglicismos de tres maneras principales:

  1. Anglicismos con alternancias de código [3]: En este caso, se toma la expresión inglesa sin adaptarla a las reglas ortográficas de la lengua española. Por lo general, se escriben estos anglicismos con itálicas. Por ejemplo:
    • Anglicismo léxico: Tenemos que ingeniarnos un copy para la siguiente convocatoria.
    • Anglicismo sintáctico: Estamos mirando varias opciones, for example, el del proveedor extranjero.
  1. Anglicismos modificados: En este caso, se toma la expresión inglesa original y se adapta a las reglas ortográficas de la lengua española. En este grupo, se incluyen exclusivamente anglicismos léxicos. Por lo general, se escriben con una ortografía propia del español y sin itálicas. Por ejemplo:
    • Anglicismo léxico: En el colegio, se ha contratado un nuevo entrenador de fútbol.
  1. Anglicismos producto de calco: En este caso, el uso de los anglicismos no se basa en tomar por completo la expresión inglesa, sino en tomar y adaptar las palabras o los giros de la lengua española para que se asemejen a los del sistema inglés. Las causas de este tipo de anglicismos pueden ser varias, como la interferencia lingüística —producto del dominio bilingüe de la lengua española y la inglesa— y los falsos amigos. Por ejemplo:
    • Anglicismo léxico: Ese libro fue muy extraño: Tenía descripciones muy perturbadoras y el narrador usaba un vocabulario bizarro, hablando de edificaciones góticas y de rascacielos.
    • Anglicismo sintáctico: En la película, los niños estaban siendo agasajados con muchos dulces, y llovía perros y gatos.

¿Hay que evitar los anglicismos?

El consenso entre varios académicos es que el uso de los anglicismos debe evitarse en todo momento, ya que este empobrece y degenera la lengua española. Por un lado, el abuso de los anglicismos puede percibirse como un signo de esnobismo, el cual prolifera con el paulatino desprestigio del español. Por otro lado, el uso de anglicismos, también, se suele asociar con una falta de educación por parte de quien los utiliza, como si se pensara que una persona, al desconocer el léxico de su propia lengua, necesita echar mano de los vocablos de otra.

Por lo general, las recomendaciones que se emiten desde esta posición proponen que, si existe una expresión de la lengua española que se pueda utilizar en lugar de un anglicismo, se utilice. Entonces, en vez de hablar de un clotch, mejor hablemos de un embrague, y en vez de email, mandemos correos electrónicos. Estas soluciones resultan razonables, pero ¿qué hacer frente a algunas soluciones no tan elegantes?

Pensemos en lo siguiente: ¿Cómo se dice cuando una persona cuenta el final de una historia a otra que aún no lo conoce? En los círculos surgidos de la globalización y la proliferación de servicios de streaming, este fenómeno se ha denominado spoiler, el cual viene del inglés spoil (‘arruinar, echar a perder’). Este vocablo ha tenido una amplia difusión en tantos ámbitos, que ya se encuentra prácticamente asentada en nuestra vida cotidiana. Pues bien, desde la norma, se ha recomendado que, en lugar de spoiler, se opte por la expresión destripe, el cual proviene del verbo destripar, una de cuyas acepciones es «[i]nterrumpir el relato que está haciendo alguien de algún suceso, chascarrillo, enigma, etc., anticipando el desenlace o la solución» [4]. Cabe preguntarse, sin embargo: ¿De verdad es la solución ideal?

A decir verdad, el uso de spoiler se encuentra tan asentado en nuestro contexto local, que intentar reemplazarlo por destripar podría resultar demasiado forzoso. Es decir, si le dijéramos a alguien: «¡No me destripe la película!», seguramente no entendería a qué nos referimos, y, asumiendo que su principal referente del vocablo destripar sea la acepción «[q]uitar, sacar o desgarrar las tripas» [5], esta persona podría preguntarse qué relación tienen las entrañas con un largometraje. Por otro lado, incluso si entendiera lo que queremos decir, correríamos el riesgo de sonar presumidos. Por consiguiente, no solo el uso de los anglicismos puede resultar en esnobismo, sino también el uso de las alternativas sancionadas por la norma.

Con base en esto, podemos decir que la cuestión no se trata de eliminar definitivamente el uso de los anglicismos de nuestras interacciones. Ciertamente, si se censuraran por completo, ¿qué nos impediría tachar de incorrecto el uso de cualquier tipo de extranjerismo? La lengua española, desde sus orígenes, se ha enriquecido de los préstamos lingüísticos, hasta el punto de que aproximadamente el 30 % de su léxico proviene de otras lenguas [6]. Teniendo esto en cuenta, eliminar todos los extranjerismos implicaría abandonar palabras importantes para nuestra cotidianidad, como camisa, aguacate, columpio, izquierda y, presumiblemente, perro. Los extranjerismos son necesarios para expresar nuevas realidades con las que entramos en contacto; a tal punto que, al respecto, la norma hace la siguiente precisión:

Los extranjerismos no son, pues, rechazables en sí mismos. Es importante, sin embargo, que su incorporación responda en lo posible a nuevas necesidades expresivas y, sobre todo, que se haga de forma ordenada y unitaria, acomodándolos al máximo a los rasgos gráficos y morfológicos propios del español. [7]

Entonces, en este punto, resulta necesario preguntarnos: ¿Cómo podemos hacer un buen uso de los anglicismos?

¿Cómo se pueden utilizar los anglicismos?

En esencia, el uso de los anglicismos debe responder a una necesidad comunicativa y, por ende, no se debe comprometer el sentido de lo que queremos decir. Lo mismo aplica para las alternativas que se proponen para estas expresiones. En ese sentido, nuestra recomendación es hacerse dos preguntas básicas:

  1. ¿Mi interlocutor entenderá lo que quiero decir con un anglicismo determinado?

En muchas ocasiones, los anglicismos se utilizan sin tener en consideración si el significado queda claro para la persona que escucha o lee. Es en este tipo de situaciones que se puede correr el riesgo de sonar presumido, ya que su uso no responde a una necesidad comunicativa específica, sino al afán por decir algo que suene inglés.

Dudoso:
Necesitas hacer un mejor time management.<8

Adecuado:
Necesitas hacer un mejor manejo de tu tiempo.

  1. ¿Existe una alternativa española que me permita expresar lo mismo y que sea adecuada para la situación?

Esta pregunta se relaciona con lo mencionado anteriormente sobre algunas alternativas españolas a los anglicismos; en el sentido de que, en muchas ocasiones, las recomendaciones de la norma no son adecuadas para una situación comunicativa en particular. Entonces, es necesario examinar la situación en la que nos encontramos y en la que se halla nuestro interlocutor para evaluar si cierta expresión resulta contextualmente adecuada; para esto, es preciso considerar que no todos los hablantes son iguales, y así mismo, tampoco todas las soluciones lo son. Quizás destripar sea adecuado para una reunión de gramáticos, pero no para una partida de un videojuego en línea, donde sería mejor emplear la palabra spoiler.

Dudoso:

A: Mamá, ¡me compré un nuevo teléfono inteligente!

B: Ah, y ¿es que éste sí hace la tarea?

Adecuado:

A: Mamá ¡me compré un nuevo smartphone!

B: Ah, bueno, pero no se la vaya a pasar pegado, ¿oyó?

[1] Diccionario de la lengua española, vers. 23.2 (2018), s.v. “anglicismo (2.)”, recuperado el 18 de junio de 2019, https://dle.rae.es/?id=2eG56Yz.

[2] Un giro se define de la siguiente manera: <<Tratándose del lenguaje o estilo, estructura especial de la frase, o manera de estar ordenadas las palabras para expresar un concepto>>. Diccionario de la lengua, s.v. “giro1 (3.)”, https://dle.rae.es/?id=JDUFomi|JDVj0a7.

[3] Curiosamente, en los estudios sobre el bilingüismo, también se suele denominar la alternancia de código con un anglicismo: code-switching.

[4] Diccionario de la lengua, s.v. «destripar (4.)», https://dle.rae.es/?id=DV96tNu.

[5] Diccionario de la lengua, s.v. «destripar (1.)».

[6] Nueva Enciclopedia Autodidáctica Quillet, 15a. ed., vol. 1. México: Cumbre, 1979.

[7] «Tratamiento de los extranjerismos», en Diccionario panhispánico de dudas (2005), recuperado el 19 de junio de 2019, http://www.rae.es/diccionario-panhispanico-de-dudas/que-contiene/tratamiento-de-los-extranjerismos.

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