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De por qué no se libró una orden de captura

De por qué no se libró una orden de captura

Las redes sociales y los medios de comunicación, una vez más, abordan una decisión judicial basados en las percepciones subjetivas de la opinión pública, en un asunto que se rige por el derecho; es decir, por normas jurídicas vigentes que están ahí para quien quiera tener el mínimo rigor de consultarlas.

Me refiero al caso de la influenciadora Daneidy Barrera, conocida como Epa Colombia. Se trata de una frívola joven que hizo un video para sus seguidores de las redes sociales, en el que se la ve, martillo en mano, arremetiendo contra bienes de uso público, como puertas, torniquetes y sistemas de lectura de una estación de Transmilenio, con ocasión de su participación en las movilizaciones sociales del 22 de noviembre.

Esta conducta ciertamente está tipificada como delito, puesto que el Código Penal (artículo 265) sanciona con pena de prisión a quien destruya, inutilice o de cualquier otro modo dañe bien ajeno. La conducta se agrava, según el numeral 4° del artículo 266 del Código Penal Colombiano (CP), si recae sobre un bien de uso público.

En ese orden de ideas, no hay duda de que se trata de un acto socialmente reprochable, que justifica la puesta en marcha del aparato sancionador del Estado. Pues bien, eso fue lo que hizo la Fiscalía General de la Nación en este caso: cumplir con su deber constitucional de investigar y perseguir las conductas constitutivas de delito.

Ahora bien, para cumplir con ese deber, la Fiscalía estimó necesario solicitar, ante un juez de garantías, el competente para ello, una orden de captura en contra de la persona que incurrió en ese delito. Tal como se ha divulgado en la información que despertó la indignación pública, la Fiscalía pretende imputarle a Daneidy Barrera dos delitos: daño en bien ajeno agravado e instigación a delinquir con fines terroristas (artículo 348 del C. P.).

A mi juicio, por lo señalado arriba, no hay duda de que se presenta el primer delito: daño en bien ajeno agravado. Sin embargo, no veo cómo los hechos públicamente conocidos puedan encuadrarse en el delito de instigación para delinquir con fines terroristas.

El artículo 348 del CP sanciona con pena de multa (no de prisión) a quien pública y directamente incite a otros a cometer delitos. La conducta se agrava si esa incitación a delinquir se hace con fines terroristas.

Aceptemos, en gracia de discusión, que Daneidy Barrera, al ser una figura pública que comunica contenidos a través de sus redes sociales, incita a sus seguidores al delito, al justificar, en un video divulgado, que sus acciones están bien, porque, según dijo, el “Estado debe responder por los daños con la plata que se roban los políticos”. De acuerdo con ello, sus seguidores podrían verse estimulados a destruir bienes públicos, así como lo hace la influenciadora ─por algo, debe merecer ese título─.

Así las cosas, a lo sumo, podría afirmarse que ella, al publicar ─en las redes sociales─ sus actos vandálicos, está incitando a sus seguidores a que hagan lo mismo; esto es, a que se animen a destruir bienes públicos, incurriendo en el mismo delito: daño en bien ajeno agravado. Sin embargo, de ahí a sostener que los puede incitar con fines terroristas, hay un trecho sideral.

El mismo Código Penal, en su artículo 343, define el terrorismo como la conducta en la que incurre quien “provoque o mantenga en estado de zozobra o terror a la población o a un sector de ella, mediante actos que pongan en peligro” personas o bienes públicos, como los medios de transporte, “valiéndose de medios capaces de causar estragos”. Al respecto, hay que decir que no toda forma de destrucción del mobiliario urbano constituye, por sí misma, un acto de terrorismo.

Nótese que la propia Fiscalía ni siquiera ha manifestado su intención de imputarle la conducta de terrorismo a Barrera; luego no hay fundamento para decir que su presunta incitación a sus seguidores para cometer delitos tenga el fin de provocar zozobra y terror en la población.

Asimismo, mención especial merece la expresión “causar estragos”, que se refiere a la posibilidad de ocasionar daños de una enorme magnitud. La persona que destruye cosas con un martillo se ve muy limitada en esa posibilidad, a diferencia ─por ejemplo─ de quien provoca un incendio o recurre al uso de explosivos de alto poder destructivo.

En suma, la Fiscalía podría imputar, en este caso, el delito de daño en bien ajeno agravado y, eventualmente, el de instigación a delinquir, pero no con fines terroristas. Tendríamos entonces dos delitos: uno que se sanciona con una pena que va de 16 a 90 meses de prisión (destruir bienes de uso público con un martillo) y otro que tiene pena de multa (posible incitación a otros a hacer lo mismo, a través de un video divulgado en las redes sociales).

Pues bien, lo anterior nos lleva al asunto que me interesa tratar desde un punto de vista estrictamente jurídico (no político o sociológico) y que motivó la indignación pública a través de medios de comunicación y redes sociales: que un juez de garantías se haya negado a expedir, en este caso, la orden de captura solicitada por la Fiscalía.

Para que legalmente un juez de garantías pueda expedir una orden de captura, la Fiscalía debe cumplir completamente con seis requisitos imprescindibles en el siguiente orden estricto:

  1. Identificar e individualizar al indiciado
  2. Establecer que se trata de un delito que podría ser susceptible de una medida de aseguramiento privativa de la libertad (Art. 313 del Código de Procedimiento Penal ─CPP─)
  3. Acreditar la existencia del delito
  4. Demostrar que el indiciado es posible autor o partícipe de ese delito
  5. Acreditar que se cumple al menos una de las finalidades que justifican una restricción de la libertad (Art. 296 del CPP)
  6. Sustentar que la orden de captura es adecuada y necesaria para cumplir ese fin

En este caso, el primero de los requisitos es fácil de cumplir para la Fiscalía, tratándose de una persona públicamente conocida. Sin embargo, al seguir con el segundo requisito, vemos que no se cumple.

Para que una conducta punible pueda merecer la imposición de una medida de aseguramiento privativa de la libertad en establecimiento carcelario, tiene que tratarse de al menos una de las previstas en el artículo 313 del CPP. Ni el daño en bien ajeno agravado, ni la instigación a delinquir cumplen con ese presupuesto, especialmente si se tiene en cuenta que ninguna de las dos tiene una pena mínima que sea o exceda los 4 años de prisión (numeral 2°). Recuérdese que una tiene un mínimo de 16 meses y la otra tiene prevista pena de multa.

Otro sería el caso si la Fiscalía hubiese podido probar que se cometió una instigación a delinquir con fines terroristas, pues esa conducta tiene prevista una pena mínima de 80 meses de prisión, que obviamente excede los 4 años. Sin embargo, por las razones arriba señaladas y, según la información disponible, no es jurídicamente posible, en este caso, la estructuración de este delito.

Si ello es así, entonces, el incumplimiento del segundo de los requisitos hace completamente innecesario el análisis de los demás. Por lo tanto, desde el punto de vista estrictamente jurídico, creo que ningún juez de garantías habría podido adoptar, en este caso, una decisión distinta a la de negar la orden de captura solicitada por la Fiscalía.

Irrelevantes resultan para este análisis razones de otra índole, como el hecho de que la persona bien puede merecer la correspondiente sanción social y jurídica por sus actos. Eso no está en discusión. Lo que se discute es si en este caso era imperiosamente necesaria la expedición de una orden de captura, para hacer comparecer ante la justicia a una persona fundadamente señalada de ser delincuente.

Por lo demás, el hecho de que las conductas cometidas no ameriten una orden de captura no implica que quien las cometió no merezca la correspondiente sanción penal, como respuesta legítima del Estado, por unos actos violentos y dañinos.

Por Andrés Rosas 

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¿Cómo interpretar las noticias?

¿Cómo interpretar las noticias?

En esta época de incertidumbre, nuestro seguimiento de redes está saturado por un exceso de información, y nos encontramos desconcertados ante la pregunta sobre qué es confiable y qué es fake news. En este breve artículo, damos una serie de pautas y recomendaciones para interpretar las noticias por medio de la estructura argumentativa, las cuales nos pueden ayudar en nuestro recorrido.

Cuando queremos interpretar las noticias, debemos estar atentos a la estructura argumentativa presentada en ellas y a los elementos que la componen. Comencemos con un ejemplo. Haciendo una búsqueda de redes rápida, hallamos que se encuentra en boga el artículo del New York Times sobre el incremento de la demanda de resultados operativos al Ejército Nacional de Colombia[1]. ¿Cuáles son las estrategias que nos sirven para interpretar las noticias y determinar si es confiable este artículo?

En primer lugar, es necesario buscar la hipótesis central de la noticia, es decir, la afirmación base sobre la cual se construye todo el texto. Para identificar la hipótesis central, resulta útil la pregunta ¿Qué es lo más importante del texto, aquello que quiere resaltar el autor a manera de conclusión? En nuestro caso particular, podríamos enunciar la hipótesis central así: Hay nuevas políticas al interior del Ejército Nacional parecidas con aquellas que dieron lugar a los llamados falsos positivos a mediados de la década de los 2000.

En segundo lugar, debemos buscar las hipótesis secundarias que sustentan esa hipótesis central, es decir, las afirmaciones que permitirían creer en la base del texto. Aquí, podemos hacernos la pregunta ¿En qué se basa el autor para afirmar lo que afirma en la hipótesis central? Para la hipótesis central enunciada en el párrafo anterior, podríamos decir que la hipótesis secundaria que la sustenta es la siguiente: El general mayor Nicacio Martínez Espinel les ha ordenado a las tropas del Ejército Nacional duplicar el número de presentaciones voluntarias, capturas y muertes de organizaciones criminales.

La anterior es una hipótesis justamente porque no es algo que el autor logró saber de forma directa por medio de sus sentidos, sino el resultado de un proceso mental. Entonces, para convencer a la audiencia a la cual quiere llegar de la verdad de esta hipótesis, en la estructura argumentativa, el autor debe recurrir a una serie de evidencias factuales, las cuales la refuerzan y le dan credibilidad[2].

Lo siguiente que debemos hacer, para interpretar las noticias, es buscar estas evidencias factuales. Con evidencias factuales, nos referimos a aquellas afirmaciones que tratan sobre algo concreto: un evento, un documento, un objeto de la realidad, un acto de habla, etc.[3] En el caso del artículo del New York Times, podemos identificar cuatro evidencias factuales principales: (a) existen testimonios de altos oficiales del ejército quienes mencionan presiones para aumentar el número de operaciones exitosas; (b) existe un documento de enero de 2019 con el asunto Planteamiento de objetivos 2019, en el cual se les solicitaba a varios generales y coroneles del país enumerar la cantidad de afectaciones a grupos criminales en 2018 y proyectar ese número en el 2019; (c) existe un documento del 19 de febrero de 2019 titulado Cincuenta órdenes de comando, en el cual se afirma que “Hay que lanzar operaciones con un 60-70 por ciento de credibilidad y exactitud”; y (d) existe una orden escrita del general mayor Nicacio Martínez Espinel de enero de 2019 en el cual solicita que los altos comandantes del Ejército Nacional dupliquen el número de afectaciones en comparación con el año pasado.

Debemos resaltar que las evidencias factuales no son las cosas en sí, sino la afirmación de que dichas cosas existen. Las cosas en sí sobre las cuales tratan las evidencias factuales son las evidencias empíricas. En el caso de las evidencias factuales anteriores, las evidencias empíricas son los testimonios y los documentos físicos. Entonces, lo último que debemos hacer es buscar las evidencias empíricas y ver si corresponden con las evidencias factuales presentadas.

Una vez hayamos identificado todos estos elementos, con base en ellos, debemos hacer una lectura juiciosa y hacernos preguntas sobre la calidad de la estructura argumentativa para lograr interpretar las noticias correctamente: ¿las hipótesis secundarias permiten afirmar la hipótesis central?, ¿las hipótesis tienen coherencia entre sí?, ¿las evidencias factuales son suficientes para sustentar las hipótesis?, ¿se pueden recuperar las evidencias empíricas?, etc. Entonces, al interpretar las noticias de esta forma, podremos decidir si la estructura argumentativa es adecuada y si la noticia es confiable.

En la noticia del New York Times, podemos decir que la hipótesis secundaria es capaz de sustentar la hipótesis central (si bien haría falta un análisis comparativo con el fenómeno de los falsos positivos en la década de 2000 para complementarla) y que las evidencias factuales son coherentes con la hipótesis secundaria. Con respecto a las evidencias empíricas, mencionamos que (a) los documentos titulados Planteamiento de objetivos 2019 y Cincuenta órdenes de comando han sido develados al público y su contenido corresponde con lo mencionado en la noticia[4]; (b) por razones éticas, el autor de la noticia no debe develar los testimonios ni las fuentes que solicitaron permanecer anónimas, por lo cual sería problemática su recuperación; y (c) no se ha develado la orden escrita en la cual el general mayor Nicacio Martínez Espinel solicitó la duplicación de las afectaciones a organizaciones criminales.

En este caso, podemos afirmar que la estructura argumentativa de la noticia nos permite creer en su confiabilidad, pero advertimos que se debe atender al desarrollo de la misma, puesto que la evidencia empírica clave (la orden escrita) no se ha dado a conocer, y esta puede, bien sea verificar la confiabilidad de la noticia, bien sea desmentirla, bien sea dejarla en entredicho. Esta verificación constante es indispensable al momento de interpretar las noticias, puesto que estas siempre están cambiando y pueden añadir nuevos matices en nuestra lectura.

Estos elementos también nos permiten identificar e interpretar las noticias en las que no se puede confiar (también llamadas fake news). Por ejemplo, cuando el Consejo de Estado falló sobre la inhabilidad del senador Antanas Mockus, el portal de Las2Orillas publicó una noticia en la cual afirmaba que el excandidato Oswaldo Ortiz perseguía la curul del senador inhabilitado con este acto (hipótesis central)[5]; sin embargo, el medio no suministró mayor sustento más allá del hecho de que había sido el abogado de Oswaldo Ortiz, José Abuchaide, quien presentó la demanda contra Antanas Mockus (evidencia factual). En este caso, lo primero no se sigue de lo segundo, por lo cual el autor del artículo debió partir de una estructura argumentativa más robusta, con hipótesis sólidas y evidencias pertinentes.

En conclusión, por medio de la identificación y la valoración de la estructura argumentativa de una noticia, podemos tener indicios sobre su confiabilidad. Con estos elementos, podemos interpretar las noticias de forma adecuada.

[1] Nicholas Casey, “Las órdenes de letalidad del ejército colombiano ponen en riesgo a los civiles, según oficiales”, New York Times, 18 de mayo, 2019, https://nyti.ms/2HpYkNc

[2] En ocasiones, las evidencias factuales no refuerzan una hipótesis secundaria, sino una hipótesis central directamente.

[3] Un ejemplo de evidencia factual sería El gato es marrón.

[4] “Los documentos que generaron alerta sobre supuesto regreso de falsos positivos”, Blu Radio, 20 de mayo, 2019, https://www.bluradio.com/nacion/los-documentos-que-generaron-alerta-sobre-supuesto-regreso-de-falsos-positivos-214936-ie5826373

[5] “Oswaldo Ortiz el cristiano del Centro Democrático que estaría detrás de la curl de Mockus”, Las2Orillas, 12 de abril, 2019, https://www.las2orillas.co/oswaldo-ortiz-el-cristiano-del-centro-democratico-que-reemplazaria-mockus/

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Las lenguas criollas y la afrocolombianidad

Las lenguas criollas y la afrocolombianidad

El pasado 21 de mayo, se celebró el Día de la Afrocolombianidad, y para conmemorar esta fecha, desde Lingua Franca, queremos acercar a nuestros lectores a la herencia lingüística de las comunidades afrodescendientes, en la cual se cuentan las dos únicas lenguas criollas del país. Estas lenguas nacieron del contacto de lenguas entre diferentes grupos sociales y, para muchos, son parte indispensable de su identidad, aunque para otros, no tanto.

Lenguas criollas

Hay varias concepciones erróneas acerca de las lenguas criollas; con frecuencia, se escucha decir que las lenguas criollas son una “mezcla de diferentes lenguas”, pero esto desconoce una realidad importante: aunque las lenguas criollas surgen del contacto de lenguas y modifican varios elementos de las lenguas allí involucradas, no son un dialecto ni una variedad de estas, sino lenguas completamente nuevas y diferentes [1].

¿Cómo surge una lengua criolla? En las situaciones de contacto de dos o más grupos que no comparten la misma lengua y ante la necesidad de tener alguna forma de comunicarse entre ellos, se configuran códigos auxiliares o pidgins. Estos pidgins no tienen la complejidad de una lengua natural ni estabilidad al interior de sus comunidades; es decir, no tienen ningún otro uso que no sea el de comunicarse con otros grupos sociales. En ocasiones, estos pidgins pasan por un proceso de nativización: los padres transmiten el pidgin a sus hijos, quienes lo aprenden como lengua nativa. Es en este momento que el pidgin deja de serlo para convertirse en una lengua criolla, la cual se utiliza más ampliamente dentro de la comunidad.

Por lo general, las lenguas criollas surgen del contacto entre lenguas de superestrato (lenguas mayoritarias del territorio) y lenguas de sustrato (lenguas minoritarias). Suele decirse que las lenguas criollas toman su gramática de las lenguas de sustrato y su léxico de las lenguas de superestrato, aunque el grado en el que esto se cumple varía.

Lenguas criollas de Colombia

En Colombia, hay dos lenguas criollas, y ambas surgieron como resultado del proceso de conformación de diferentes grupos afrodescendientes en el territorio y del contacto entre lenguas europeas y africanas.

Una de ellas se habla en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Recibe varios nombres, entre ellos, criollo sanandresano, criollo isleño, creole, kriol, Islander Creole English, entre otros. Es una lengua criolla de superestrato inglés y de sustrato africano. Surgió del contacto de lenguas entre colonos ingleses y esclavos africanos, que fueron transportados hacia América en los siglos XVII y XVIII. Esto hace que esté emparentada con otras lenguas criollas de base inglesa habladas a lo largo del Caribe occidental, por ejemplo, en Nicaragua, Belice, Panamá y Jamaica [2], [3].

Lo anterior es indicio de algo importante: no se debe pensar en esta lengua criolla como algo aislado. El control sobre el archipiélago lo ha mantenido Colombia desde el siglo XIX y se suele indicar que esta lengua criolla es herencia de la afrocolombianidad, pero esto puede invisibilizar el hecho de que la realidad social en la cual existe se enmarca en el contexto más amplio del Gran Caribe. Entonces, es necesario reconocer ambas realidades: el contacto del archipiélago con Colombia y su relación histórica con el resto del Caribe occidental.

Hoy en día, los hablantes de esta lengua criolla, en su mayoría, se identifican como raizales y como descendientes de esos primeros colonos y esclavos que llegaron al archipiélago. Pero la configuración social y política del archipiélago ha cambiado notablemente desde entonces; del mismo modo, la situación lingüística y las posturas con respecto a la lengua criolla han cambiado. En ese sentido, no todos quienes la hablan se consideran raizales, ni viceversa. Por otro lado, la convivencia con su lengua de superestrato (el inglés) y con otra lengua mayoritaria (el español) ha hecho que, poco a poco, ceda terreno ante estas dos. En este sentido, en el archipiélago, el español se ha venido convirtiendo en la lengua más utilizada; sin embargo, esta lengua no goza de tanto prestigio entre los hablantes y los raizales como el inglés y el kriol [4], lo cual es indicio de la valoración y el aprecio presente hacia esta herencia lingüística.

La otra lengua criolla que se habla en Colombia es el denominado criollo palenquero. Esta se encuentra presente en el corregimiento de San Basilio de Palenque. Esta es la única lengua criolla de superestrato español en todo el continente suramericano. Es de sustrato africano, y surgió del contacto de lenguas entre los esclavos africanos que fueron transportados hacia Cartagena entre los siglos XVI y XVII.

La historia de esta lengua criolla está ligada con la historia de los cimarrones. Estos eran esclavos africanos que luchaban contra el Virreinato de la Nueva España para su libertad, encabezados por Benkos Biohó, un personaje destacado en la historia del país. Hacia finales del siglo XVII y comienzos de XVIII, la Corona española intentó apaciguar la situación por medio de varias capitulaciones y cédulas reales, las cuales concedían la libertad de los cimarrones con la condición de que se establecieran en un territorio propio. Pese a que, en varias ocasiones, se incumplía con lo pactado, estas liberaciones fueron fundamentales para la fundación de San Basilio de Palenque, considerado el primer pueblo libre de América [5].

Esta libertad se mantuvo con el aislamiento condicionado de los cimarrones. Entonces, a diferencia de los hablantes del kriol del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, los hablantes del criollo de San Basilio de Palenque no tuvieron mayor contacto externo con otros grupos sociales hasta el siglo pasado. En este contexto, se logró mantener la lengua criolla de la comunidad, la cual no tiene presencia en un entramado ni en un contexto lingüístico más amplio fuera de su propio territorio. Entonces, así como se reconoce la persistencia histórica del kriol ante la influencia colombiana, también se debe reconocer la persistencia histórica del criollo palenquero por fuera de ella.

En San Basilio de Palenque, se considera que el criollo palenquero y el español se encuentran en una situación estable, y que los contextos de uso de ambas lenguas se encuentran bien definidos [6]. Sin embargo, en tiempos recientes, debido a que la comunidad tiene una participación más estrecha con la economía y la política del resto del país, el uso de la lengua criolla ha venido decayendo, sobre todo en las generaciones más jóvenes. Un alto número de miembros de la comunidad palenquera reconoce que la lengua es parte esencial de su identidad cultural, pero otros consideran que no es esencial para apropiarse de la identidad palenquera[7]. Esto, aunque muestra una situación problemática, permite vislumbrar las diferentes concepciones sobre lo que es identificarse como miembro de la comunidad.

Reflexión final

Por lo que se pudo vislumbrar de ambas comunidades, en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, y en San Basilio de Palenque, existen discrepancias internas sobre lo que significa pertenecer a cada comunidad y sobre el papel que cumple la lengua criolla dentro de ella. Estas consideraciones deben incidir en el diálogo nacional sobre qué es la afrocolombianidad y en nuestro entendimiento de que la identidad no es algo estático ni definido. Quizás, más allá de unos símbolos y de una lengua, el Día de la Afrocolombianidad también debiera celebrar esta búsqueda y configuración continua de lo que hace a alguien afrocolombiano o afrodescendiente.

[1] “[U]na lengua criolla no es simplemente la suma de estos ingredientes [las lenguas en contacto] sino que contiene innovaciones propias y reajustes orientados por las tendencias universales del lenguaje”. Carlos Patiño Roselli, “La criollística y las lenguas criollas de Colombia”, Thesaurus 47, no. 2 (Mayo–agosto 1992): 238.

[2] Cf. David Leonardo García León, “Reflexiones en torno a la situación sociolingüística de las lenguas criollas de base léxica inglesa del Caribe”, Forma y Función 27, no. 1 (enero–junio 2014): 199–232.

[3] Hay quienes sugieren que esta lengua criolla también tiene bases en el francés, pero este autor no ha encontrado bibliografía ni datos que permitan sustentar esta afirmación.

[4] Cf. Juliana Andrade Arbeláez, “Estudio sociolingüístico de San Andrés, isla: un aporte a la cultura sanandresana”, Cuadernos del Caribe 8 (2006): 42–55.

[5] Liz Castro, “Criollo palenquero”, Portal de Lenguas de Colombia, Instituto Caro y Cuervo, https://lenguasdecolombia.caroycuervo.gov.co/contenido/Lenguas-criollas/Ficha-de-lengua/contenido/17

[6] Patiño Roselli, “La criollística y las lenguas criollas de Colombia”, 151.

[7] Cf. Juana Pabla Pérez Tejedor, “Comportamientos y actitudes lingüísticas de los hablantes bilingües de la comunidad palenquera”, Jangwa Pana, 3, no. 1 (enero–diciembre 2003): 17–21.

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Breve guía para el uso de los anglicismos

Breve guía para el uso de los anglicismos

Como los profesionales del lenguaje que somos, en Lingua Franca, nos preocupamos por asegurar la precisión y la claridad en el habla y la escritura. En ocasiones, el uso de los anglicismos puede comprometer la legibilidad de un texto, así como el sentido que queremos transmitir en una conversación. En otros casos, son necesarios para comunicar una idea determinada. Entonces, ¿qué hacemos frente a este panorama? Ciertamente, no se pueden censurar por completo: Los extranjerismos no son un elemento empobrecedor de la lengua española, como lo ven muchos, sino algo natural en el desarrollo de cualquier código lingüístico. Entonces, a modo de recomendación, en este breve artículo, nos proponemos darles a nuestros lectores algunas claves importantes para saber cuándo es adecuado el uso de este tipo de palabras, y cuándo es mejor buscar alternativas para ellas.

¿Qué son los anglicismos?

En el Diccionario de la lengua española, se define un anglicismo como un «[v]ocablo o giro de la lengua inglesa empleado en otra» [1]. Con base en la definición anterior, se puede distinguir entre dos tipos de anglicismos: los anglicismos léxicos, que son aquellos relacionados con los vocablos, y los anglicismos sintácticos, que son aquellos relacionados con los «giros lingüísticos» [2].

Además, con base en esta misma acepción, un anglicismo puede aparecer en muchas lenguas, pero, para nuestros propósitos específicos, examinaremos esta clase de palabras únicamente en relación con la lengua española. Así que, en el presente artículo responderemos a los siguientes interrogantes: en español, ¿qué características presentan los anglicismos? ¿Cómo se manifiestan en el habla y la escritura?

Sin ánimo de incurrir en una categorización demasiado amplia, a grandes rasgos, proponemos distinguir las formas de uso de los anglicismos de tres maneras principales:

  1. Anglicismos con alternancias de código [3]: En este caso, se toma la expresión inglesa sin adaptarla a las reglas ortográficas de la lengua española. Por lo general, se escriben estos anglicismos con itálicas. Por ejemplo:
    • Anglicismo léxico: Tenemos que ingeniarnos un copy para la siguiente convocatoria.
    • Anglicismo sintáctico: Estamos mirando varias opciones, for example, el del proveedor extranjero.
  1. Anglicismos modificados: En este caso, se toma la expresión inglesa original y se adapta a las reglas ortográficas de la lengua española. En este grupo, se incluyen exclusivamente anglicismos léxicos. Por lo general, se escriben con una ortografía propia del español y sin itálicas. Por ejemplo:
    • Anglicismo léxico: En el colegio, se ha contratado un nuevo entrenador de fútbol.
  1. Anglicismos producto de calco: En este caso, el uso de los anglicismos no se basa en tomar por completo la expresión inglesa, sino en tomar y adaptar las palabras o los giros de la lengua española para que se asemejen a los del sistema inglés. Las causas de este tipo de anglicismos pueden ser varias, como la interferencia lingüística —producto del dominio bilingüe de la lengua española y la inglesa— y los falsos amigos. Por ejemplo:
    • Anglicismo léxico: Ese libro fue muy extraño: Tenía descripciones muy perturbadoras y el narrador usaba un vocabulario bizarro, hablando de edificaciones góticas y de rascacielos.
    • Anglicismo sintáctico: En la película, los niños estaban siendo agasajados con muchos dulces, y llovía perros y gatos.

¿Hay que evitar los anglicismos?

El consenso entre varios académicos es que el uso de los anglicismos debe evitarse en todo momento, ya que este empobrece y degenera la lengua española. Por un lado, el abuso de los anglicismos puede percibirse como un signo de esnobismo, el cual prolifera con el paulatino desprestigio del español. Por otro lado, el uso de anglicismos, también, se suele asociar con una falta de educación por parte de quien los utiliza, como si se pensara que una persona, al desconocer el léxico de su propia lengua, necesita echar mano de los vocablos de otra.

Por lo general, las recomendaciones que se emiten desde esta posición proponen que, si existe una expresión de la lengua española que se pueda utilizar en lugar de un anglicismo, se utilice. Entonces, en vez de hablar de un clotch, mejor hablemos de un embrague, y en vez de email, mandemos correos electrónicos. Estas soluciones resultan razonables, pero ¿qué hacer frente a algunas soluciones no tan elegantes?

Pensemos en lo siguiente: ¿Cómo se dice cuando una persona cuenta el final de una historia a otra que aún no lo conoce? En los círculos surgidos de la globalización y la proliferación de servicios de streaming, este fenómeno se ha denominado spoiler, el cual viene del inglés spoil (‘arruinar, echar a perder’). Este vocablo ha tenido una amplia difusión en tantos ámbitos, que ya se encuentra prácticamente asentada en nuestra vida cotidiana. Pues bien, desde la norma, se ha recomendado que, en lugar de spoiler, se opte por la expresión destripe, el cual proviene del verbo destripar, una de cuyas acepciones es «[i]nterrumpir el relato que está haciendo alguien de algún suceso, chascarrillo, enigma, etc., anticipando el desenlace o la solución» [4]. Cabe preguntarse, sin embargo: ¿De verdad es la solución ideal?

A decir verdad, el uso de spoiler se encuentra tan asentado en nuestro contexto local, que intentar reemplazarlo por destripar podría resultar demasiado forzoso. Es decir, si le dijéramos a alguien: «¡No me destripe la película!», seguramente no entendería a qué nos referimos, y, asumiendo que su principal referente del vocablo destripar sea la acepción «[q]uitar, sacar o desgarrar las tripas» [5], esta persona podría preguntarse qué relación tienen las entrañas con un largometraje. Por otro lado, incluso si entendiera lo que queremos decir, correríamos el riesgo de sonar presumidos. Por consiguiente, no solo el uso de los anglicismos puede resultar en esnobismo, sino también el uso de las alternativas sancionadas por la norma.

Con base en esto, podemos decir que la cuestión no se trata de eliminar definitivamente el uso de los anglicismos de nuestras interacciones. Ciertamente, si se censuraran por completo, ¿qué nos impediría tachar de incorrecto el uso de cualquier tipo de extranjerismo? La lengua española, desde sus orígenes, se ha enriquecido de los préstamos lingüísticos, hasta el punto de que aproximadamente el 30 % de su léxico proviene de otras lenguas [6]. Teniendo esto en cuenta, eliminar todos los extranjerismos implicaría abandonar palabras importantes para nuestra cotidianidad, como camisa, aguacate, columpio, izquierda y, presumiblemente, perro. Los extranjerismos son necesarios para expresar nuevas realidades con las que entramos en contacto; a tal punto que, al respecto, la norma hace la siguiente precisión:

Los extranjerismos no son, pues, rechazables en sí mismos. Es importante, sin embargo, que su incorporación responda en lo posible a nuevas necesidades expresivas y, sobre todo, que se haga de forma ordenada y unitaria, acomodándolos al máximo a los rasgos gráficos y morfológicos propios del español. [7]

Entonces, en este punto, resulta necesario preguntarnos: ¿Cómo podemos hacer un buen uso de los anglicismos?

¿Cómo se pueden utilizar los anglicismos?

En esencia, el uso de los anglicismos debe responder a una necesidad comunicativa y, por ende, no se debe comprometer el sentido de lo que queremos decir. Lo mismo aplica para las alternativas que se proponen para estas expresiones. En ese sentido, nuestra recomendación es hacerse dos preguntas básicas:

  1. ¿Mi interlocutor entenderá lo que quiero decir con un anglicismo determinado?

En muchas ocasiones, los anglicismos se utilizan sin tener en consideración si el significado queda claro para la persona que escucha o lee. Es en este tipo de situaciones que se puede correr el riesgo de sonar presumido, ya que su uso no responde a una necesidad comunicativa específica, sino al afán por decir algo que suene inglés.

Dudoso:
Necesitas hacer un mejor time management.<8

Adecuado:
Necesitas hacer un mejor manejo de tu tiempo.

  1. ¿Existe una alternativa española que me permita expresar lo mismo y que sea adecuada para la situación?

Esta pregunta se relaciona con lo mencionado anteriormente sobre algunas alternativas españolas a los anglicismos; en el sentido de que, en muchas ocasiones, las recomendaciones de la norma no son adecuadas para una situación comunicativa en particular. Entonces, es necesario examinar la situación en la que nos encontramos y en la que se halla nuestro interlocutor para evaluar si cierta expresión resulta contextualmente adecuada; para esto, es preciso considerar que no todos los hablantes son iguales, y así mismo, tampoco todas las soluciones lo son. Quizás destripar sea adecuado para una reunión de gramáticos, pero no para una partida de un videojuego en línea, donde sería mejor emplear la palabra spoiler.

Dudoso:

A: Mamá, ¡me compré un nuevo teléfono inteligente!

B: Ah, y ¿es que éste sí hace la tarea?

Adecuado:

A: Mamá ¡me compré un nuevo smartphone!

B: Ah, bueno, pero no se la vaya a pasar pegado, ¿oyó?

[1] Diccionario de la lengua española, vers. 23.2 (2018), s.v. “anglicismo (2.)”, recuperado el 18 de junio de 2019, https://dle.rae.es/?id=2eG56Yz.

[2] Un giro se define de la siguiente manera: <<Tratándose del lenguaje o estilo, estructura especial de la frase, o manera de estar ordenadas las palabras para expresar un concepto>>. Diccionario de la lengua, s.v. “giro1 (3.)”, https://dle.rae.es/?id=JDUFomi|JDVj0a7.

[3] Curiosamente, en los estudios sobre el bilingüismo, también se suele denominar la alternancia de código con un anglicismo: code-switching.

[4] Diccionario de la lengua, s.v. «destripar (4.)», https://dle.rae.es/?id=DV96tNu.

[5] Diccionario de la lengua, s.v. «destripar (1.)».

[6] Nueva Enciclopedia Autodidáctica Quillet, 15a. ed., vol. 1. México: Cumbre, 1979.

[7] «Tratamiento de los extranjerismos», en Diccionario panhispánico de dudas (2005), recuperado el 19 de junio de 2019, http://www.rae.es/diccionario-panhispanico-de-dudas/que-contiene/tratamiento-de-los-extranjerismos.

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¿Con punto o sin punto? Siglas, acrónimos, abreviaturas y símbolos

¿Con punto o sin punto? Siglas, acrónimos, abreviaturas y símbolos

Cuando incluimos en nuestros textos siglas, acrónimos, abreviaturas y símbolos, nos preguntamos: ¿con punto o sin punto? ¡Aprenda el uso del punto en estos elementos de abreviación!

Las siglas, los acrónimos, las abreviaturas y los símbolos son elementos que permiten abreviar palabras o grupos de palabras. Muchas veces dudamos si van con punto o sin punto. Veamos cómo se define cada uno y cuál es su escritura correcta.

Definiciones

Sigla. Es la palabra que se forma con la letra inicial de un nombre complejo referente a organizaciones, empresas, instituciones, etc.

Acrónimo. Este término tiene dos definiciones: por una parte, es el que se forma por la unión de varios elementos de dos o más palabras; por otra, es la sigla que se pronuncia como se escribe, es decir, sin tener que deletrear.

Abreviatura. Es la reducción de una palabra al suprimir varias de las letras que la componen. Lo ideal es que la abreviatura contenga tres letras o mínimo dos, si la palabra es muy corta. Se pueden formar quitando letras finales (este proceso se llama truncamiento) o eliminando letras intermedias (esto es, por contracción).

Símbolo. Consiste en representar un concepto científico o técnico a través de una o varias letras o de signos. Los símbolos se reconocen internacionalmente.

Uso correcto del punto en los elementos de abreviación

En el siguiente recurso, se presentan los elementos de abreviación (siglas, acrónimos, abreviaturas y símbolos), se determina si van con punto o sin punto y se incluyen algunos ejemplos. Haga clic en la pestaña de cada elemento de abreviación para conocer sus detalles.

Sigla
Acrónimo
Abreviatura
Símbolo
Sigla

Uso del punto

Ejemplos

Ejemplos en oraciones

No

CNV: Comisión Nacional de Valores
OMS: Organización Mundial de la Salud
PDF: Portable Document Format
OIT: Organización Internacional del Trabajo
CPU: Central Processing Unit

La OIT se pronunció sobre la situación en Venezuela.

Acrónimo

Uso del punto

Ejemplos

Ejemplos en oraciones

No

Icontec: Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación
ONU: Organización de las Naciones Unidas
Fundéu: Fundación del Español Urgente
Sida: Síndrome de inmunodeficiencia adquirida

Cuando tengo dudas sobre el uso del punto en las siglas, visito la página de Fundéu.

Abreviatura

Uso del punto

Ejemplos

Ejemplos en oraciones

a. m.: ante meridiem
p. m.: post meridiem
a. de C.: antes de Cristo
apdo.: apartado
c.c.: cédula de ciudadanía
c.c.: id est (esto es)
e. g.: exempli gratia (por ejemplo)

A las 3 p. m., nos veremos en la biblioteca.

Símbolo

Uso del punto

Ejemplos

Ejemplos en oraciones

No

g: gramo (550 g)
N: Norte
km: kilómetro
@: arroba
ha: hectárea
He: helio
a: área
AG: plata

En el camión, había 200 kg de base de coca.

Como vemos, sólo las abreviaturas llevan puntos. Por lo tanto, ya no nos volveremos a preguntar si esos elementos de abreviación van con punto o sin punto.

Cápsula de puntuación

Recuerde que las siglas se escriben con mayúsculas.

Cuando los acrónimos tienen más de cuatro letras y se refieren a nombres propios, se escribe sólo la primera letra en mayúscula. Así, por ejemplo, ONU va con mayúsculas, pero Unicef lleva sólo la “U” en mayúscula.

Los acrónimos de más de cuatro letras deben seguir las reglas de ortografía; es decir, se les debe colocar tilde según el caso. Por ejemplo: láser, que significa Light amplification by stimulated emission of radiation, lleva tilde, pues se trata de una palabra grave que termina en consonante diferente de n o s, y, al ser un nombre común, no exige la mayúscula inicial.

Los símbolos son invariables en cuanto al número, es decir, no se les agrega “s” para el plural. Por ejemplo: 1 kg de harina / 20 kg de harina (es incorrecto “20 kgs de harina”).

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La coma cambia el significado de la oración

La coma cambia el significado de la oración

¡Aprenda uno de los usos correctos de la coma que cambia el significado de la oración y que permite diferenciar entre información explicativa e información restrictiva!

Muchas veces nos pueden surgir dudas cuando tratamos de emplear la coma en ciertos lugares de la oración. Es el caso de los siguientes ejemplos:

  1. Los magistrados de la Corte, que votaron en contra de las objeciones de presidencia, fueron investigados.
  2. Los magistrados de la Corte que votaron en contra de las objeciones de presidencia fueron investigados.

En la oración 1, observamos que se utilizaron comas para encerrar la oración subordinada “que votaron en contra de las objeciones de presidencia”, mientras que, en la número 2, no se usaron comas. A partir de esto, debemos preguntarnos si el uso de la coma cambia el significado de una oración a otra. A continuación, le presentamos la respuesta.

1. Información explicativa

En la oración 1, lo que está encerrado entre comas es información que explica algo sobre “los magistrados de la Corte” y se aplica a todo el conjunto de magistrados de los que se está hablando; quiere decir que todos los magistrados de la Corte votaron en contra de las objeciones de presidencia y que todos ellos fueron investigados. Lo que está encerrado entre comas es información que presenta una característica de todo el conjunto de magistrados. Por esto, se denomina información explicativa y las comas que encierran dicha información se pueden llamar comas explicativas.

2. Información restrictiva

En la segunda oración, esa misma expresión (“que votaron en contra de las objeciones de presidencia”), que ya no está encerrada entre comas, se refiere a un subconjunto de los magistrados de la Corte. Es decir, si la Corte está conformada por varios magistrados, sólo un porcentaje de ellos (el 10, 20 o 30%) votaron en contra de las objeciones de presidencia y sólo ese porcentaje fue objeto de investigación. Esa información limita o restringe el número de elementos a los que se refiere, por lo que se puede llamar información restrictiva. Para expresar este tipo de información, no se utilizan comas.

Como vemos, el uso de la coma cambia el significado de las oraciones y este hecho puede generar malas interpretaciones por parte de los lectores. Por lo anterior, es necesario definir si queremos presentar información explicativa o información restrictiva para determinar si debemos usar coma o no.

Se puede concluir, entonces, que uno de los usos correctos de la coma es la que presenta información explicativa.

Cápsula de puntuación

Recuerde que es incorrecto separar el sujeto y el predicado de la oración con coma. En el ejemplo, no se debe dejar una coma única, así:

Los magistrados de la Corte que votaron en contra de las objeciones de presidencia, fueron investigados.

La coma resaltada es incorrecta, pues se separa el sujeto del predicado.

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